Viviendo sola

Y se concretó. Estoy viviendo sola.

"Viviendo sola" es un decir, aunque a “decir” verdades, ni veo a mi roommate.

El jueves me mudé. Cargué mis pocas chivas de la casa de mis papás y pernocté por primera vez en el departamento. Cada día me enamoro más del departamento que Funny comparte conmigo, estoy contenta.
La mudanza fue una shit… un estrés no encontrar las cosas que embalé, no saber como ubicar la nueva cama de dos plazas que adquirí, y no hallar un sitio perfecto para descansar mi laptop. Descubrí que tengo que gastar otros cuantos soles para vivir con la misma comodidad con la que vivía en casa de mis papás y que tengo un vecino churrísimo.

La primera noche fue la del jueves 02 de Julio. Mis papás conocieron el departamento y les gustó. Cuando subían por el ascensor se toparon con un tío lejano que casualmente habita en el mismo edificio… felizmente nunca me he visto con ese tío lejano… solo faltaría que el vecino churro que ví en el pasadizo sea mi primo… demasiada novela no?

Quedé sola en del departamento y comencé con la organización de la habitación y del baño. Como dije antes, la habitación y el baño han sido decorados en colores naranja y amarillo-mostaza, han quedado lindos aunque aún falta mucho para que lleguen a ser como realmente deseo.

A las 8:45pm caí rendida con un dolor de espalda a cuestas y un hambre voraz. “Nadie sabe lo que tiene hasta que lo pierde”. Se me antojó la sopa de pollo que todas las noches rechazaba a mi madre y cambiaba por un vaso de yogurt disque Light de lúcuma y por primera vez extrañé no estar en casa (y eso que solamente habían pasado 14 horas desde la última vez que pisé la casa de mis padres para dirigirme al trabajo).

Sabiendo que no hay nada que me anime más que hacer compras, salí rumbo a Metro de Pershing y corrí hacía la sección dedicada a las personas que sin saber o sin querer cocinar se aventuran a no ir a un restaurant y tomar sopa de pollo en casa: comida precocida en cajita. Compré la sopa de pollo que alguna vez tomé después de la juergaza sabatina llegando a casa de mi prima recién casada, y otras cosas básicas como yogurt, galletas y cigarros.

Aún Funny no había llegado al departamento. “Cociné” la sopa instantánea y recibí la primera llamada de mi madre. Sucede que no se había inmutado aún de mi ausencia hasta la hora de la cena en la que tenía a mi padre y mis hermanos sentados esperando que sirva la clásica sopa de pollo y sobraba un sitio a la izquierda de la silla de Kell (mi hermana). Es curioso, HACE AÑOS QUE NO CENO EN FAMILIA porque llegaba tarde a casa o porque simplemente no cenaba, así que su argumento de “sobra una silla en la mesa” no era válido. Sentía sus lágrimas como mías hasta que mi papá le quitó el celular para decirme que no eran lágrimas de pena las que botaba mi madre, sino que estaba resfriadita… tengo 23 años, no 13 años papá!

Comprendo que el hecho de destetar a la hija no mayor de la familia, dejar que salga del nido, que se desentrañe del seno familiar o como quiera se diga, es duro, y resulta lógico que emerjan algunas lágrimas de la mamá de los pollitos. Lo superaremos.

Estoy contenta. Anoche hice las compras para la semana. Cualquiera que me viera en Tottus de San Isidro se habría dado cuenta que era la primera vez que paseaba por la sección verduras ¿sabían que existen como 10 tipos de papas, que no existe el condimento comino-pimienta, sino que es comino y pimienta por separado (si, así de ignorante he sido), y que hay aceite de girasol, de maíz y de no se qué otros tipos más? Realmente toda una experiencia la de anoche. Solía gastar dinero en ropa y zapatos, y ahora mis caprichos tienen que competir con un atado de betarragas, latas de atún y comidas en cajita.

Aún no añoro el hogar familiar. Veremos como evoluciona mi vida en estos días.