lunes, 17 de agosto de 2009

VIDA

Hay golpes en la vida... tan fuertes, yo no sé...
O mejor dicho:"yo no sabía"... hasta hace un par de horas era la señorita responsable que se quedó en la oficina
hasta las 10:38 pm terminando los pendientes y me sentía feliz y contenta por haber dado todo de mí en el
trabajo... estaba muy positiva y pese a sentirme cansada llegaría a casa a cocinar, tal véz limpiar... la más feliz por
descubrir que estoy creciendo, por lograr ser independiente y no morir en el intento, por elevar mi sentido de la
responsabilidad y así involucrame e identificarme más con mi trabajo...
Todo era positivo hasta que se me ocurrió llamarla y a él contestar... y él no me miente... y él no me oculta las
cosas... y él si se dió cuenta que ya soy adulta... y él me lo dijo casi todo.
Hace mucho no lloraba. Hace mucho no tenía miedo. Es la primera vez que me duele no estar en mi hogar, que
me duele no haber aprendido a creer en Dios y a tener fe. Es la primera vez que no quiero imaginar cómo será mi
día mañana, cómo podré afrontar esto... en el fondo soy cobarde y no me gusta expresar mis temores, mucho
menos mis dolores cara a cara. Trato de no imaginar como se siente ella, quiero pensar que soy la única que tiene
miedo, la que está exagerando las cosas.
Por otro lado, recibí esa "otra" noticia de esa "otra" persona y su cuasi personita. También tengo miedo per Lei y
por lo que vendrá sea cual sea la decisión que tome. La quiero. Nunca estuvimos tan cerca fisicamente pero
siempre fue una de mis favoritas, la admiré y la admiraré sea cual sea su opción. Confio en ella y en su capacidad
de decisión, en su inteligencia. Siempre fue distinta y única, siempre lo será.
Odio no poder dividirme en dos y estar para las dos.

miércoles, 12 de agosto de 2009

MI CUARTO NO ES MÁS MI CUARTO! (Lo que sucede cuando tu familia asimila tu mudanza)

Pasa lo siguiente: antes de que se cruce por mi mente la idea de mudarme, cuando lo planifiqué, cuando tuve el departamento rentado, y hasta cuando me mudé, mi madre repitió en más de tres mil oportunidades que mi cuarto siempre sería mi cuarto, que siempre tendría un lugar en la casa familiar y que éste permanecería inalterable hasta el día en que yo decidiera regresar.

Patrañas!

Al parecer esas frases quedaron en el recuerdo… y ni en el recuerdo, pues ahora mi adorada madrecita dice nunca haber enunciado tales palabras.

Sucede que le fin de semana largo por Fiestas Patrias la pasé en un club con amigos. Mi madre, resentida como ella sola, se hizo la molesta y hasta me colgó el teléfono cuando le conté que estaba fuera de Lima… regresé antes de lo previsto – realmente extrañaba a mi familia -, y el lunes 27 de julio fui a La Isla.

Llegue a casa de mis padres y las luces estaban apagadas, no había nadie. Llamé a mi madre y con voz alegrona me contó que estaba dando un paseo “familiar” con mi papá, mis hermanos y su ahijado por el Paseo de Las Aguas (¿Cuándo fue que la palabra “familiar” brotada de los labios de mi madre excluyó a Carito?). Respiré profundo y con tristeza, realmente anhelaba en mucho verlos al abrir la puerta, y subí a la torre (mi cuarto en casa de mis padres está ubicado en el cuarto piso, parece la torre de Rapunsel).

El colapso universal llegó en el instante en que abrí la puerta de MI cuarto y caí con que SE HABÍAN LLEVADO MI MESA DE NOCHE!!!!... pensé en El o La responsable de tal fechoría y solamente se me cruzó por la mente la cara culpable de mi dulce (y diabólica a la vez) hermanita.

Decidí no exteriorizar mi ira y simplemente bajar al cuarto de la dulce Mell y recobrar mi mesita de noche, aquella que había cobijado en su cajón inferior mi diario desde los 12 años, las fotos que capturaron momentos inolvidables mucho antes de que se inventara el facebook y mis secretos más íntimos… pero, no tenía la llave de su cuarto, así que opté por respirar profundo y tranquilizarme, ponerme la pijama y echada en la cama navegar por Internet (llevé mi laptop) y leer blogs.

No se pudo.

Abrí uno de los cajones de MI armario y se me destruyó el corazón: había ropa de mi abuela (que por cierto ni siquiera vive con mis padres). Mis pijamitas, medias y otros atuendos que dejé en MIS cajones de MI cuarto de la casa de mis padres y supuestamente también MI casa, yacían doblados en veinte en una bolsa roja y chusca. Eso fue demasiado para mi, me recosté en MI cama y lloré como perrito.

Si algo me calma, tranquiliza y anima, es la música. Prendí mi laptop, conecté el cable Internet (no llega el inalámbrico al cuarto piso de la casa), pero por alguna extraña razón no tuve conexión. Al día siguiente, desayunando ya con mi familia me enteré que mi madre dispuso se desconecte el cable que llevaba Internet a MI cuarto por una cuestión estética.

Lloré. Me paré de la mesa y totalmente despechada y resentida quise irme a mi departamento, pero ¿Que haría un 28 de julio encerrada sola en el doceavo piso de un edificio?

Mientras tomaba un baño todo en MI cuarto volvió a la normalidad: mi mesa de noche regresó al lado de MI cama, MI ropa se guardó en MIS cajones y me conectaron otra vez el cable de Internet.

Todo lo sucedido entre el 27 y 28 de julio me hicieron ver que mi familia ya asimiló mi mudanza. He comenzado a creer que de aquí a unos meses llegará el día en que me digan que un gato ocupa ahora el que fue mi cuarto y mi hermana termine por apoderarse de las pertenencias que dejé con la firma intención de tener siempre un lugar en casa de mis padres.

Cosas de la vida… ¿Qué se hace?